Clarín, bajo emoción violenta

Diario Sobre Diarios hizo un excelente informe sobre el derrape del diario Clarín en su pelea sin cuartel contra el Gobierno Nacional. Pelea en la que la ética periodistica está siendo tan corrompida por ellos mismos como los mismos actos de corrupción que ellos denuncian.

Destaco solo unos parrafos del informe de DsD como para que vean de que se trata, pero recomiendo absolutamente que se tomen el tiempo y lo lean con tranquilidad.

Una parte importante de la comunidad periodística le advierte a Clarín que está jugando todo lo que le queda de su capital más valioso: su marca, su credibilidad.

El Poder Ejecutivo remitió al Congreso de la Nación, el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que promueve una “desconcentración” de multimedios, que afectaría en lo inmediato de aprobarse al Grupo Clarín, al Grupo Uno (Vila-Manzano-De Narváez) y en menor medida, a Telefónica (Telefe y otros), principalmente

Clarín -que tiene una experiencia como multimedios de apenas 14 años- produjo su giro editorial más fuerte. Y al hacerlo pone en juego todo lo que tiene una empresa periodística. Nada más. Nada menos.

Esta decisión representa un antecedente sobre los criterios editoriales del matutino. Y es un llamado de atención para toda la dirigencia política argentina, no importa cual fuere su signo partidario.

Lo inesperado fue que Clarín le cambió la denominación por otras, que fueron usadas sistemáticamente en el diario, en la señal TN, en los noticieros de radio Mitre, en programas periodísticos que se emiten en sus canales y en los sitios web corporativos. “Ley de medios K”, “Ley de control de medios” y “Ley contra los medios” fueron los eufemismos, algunos adjetivos descalificativos. El columnista Eduardo van der Kooy en su análisis del domingo 6 de septiembre llegó a calificar la iniciativa como “proyecto mordaza”.

Esos descalificativos para titular la información referida al proyecto sólo los utilizó Clarín. Un dato que sus editores deberían registrar. Clarín tiene una extensa historia de lograr imponer neologismos, o usos o recursos periodísticos. Desde el lejano “la gente” que promovió el entonces secretario de redacción, Roberto Guareschi, hasta “motochorros” extraído de la jerga policial. Esos y otros ejemplos, no solo fueron copiados por otros matutinos, sino que terminaron por incorporarse al lenguaje oral y escrito de la sociedad. Pero lo que antes lograban con facilidad, no lo han podido imponer –al menos por ahora- en el caso de esta ley.

Las leyes tienen denominaciones oficiales. Y su adaptación al medio impreso puede acortarse con la sana intención profesional de que quepa en los espacios limitados que siempre presentan los titulares, de tapa y al interior de la edición. No fue este el caso. Clarín lo hizo con una clara intención editorial de descalificarla.

Y es un pésimo antecedente para el periodismo argentino registrado en el diario más importante del país.

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