Las redes sociales son para compartir, no para esconder

Por Jeff Jarvis

Jeff Jarvis

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Temo que estamos al borde de convertir a la privacidad en un fetiche. Bueno, nosotros no – pero sí nuestros medios y nuestros gobiernos.

Las suposiciones de los medios

Ayer recibí una llamada de un periodista sobre Google+ y sus Círculos. El no era para nada hostil con Google, Facebook o los medios sociales, pero aún así, en sus preguntas estaba implícita la suposición de que la privacidad es nuestra prioridad más alta en los servicios sociales.

Pensá en eso por medio minuto y el absurdo se hace aparente. No venimos a los servicios sociales para esconder secretos; eso sería idiota. Venimos a compartir.

El periodista decía que la gente debería tener miedo de ser pública. Pensá en eso por el resto del minuto: los medios y los gobiernos han tenido un monopolio sobre el hecho de ser público y eran los dueños del megáfono. Ahora internet nos dió a todos nosotros la habilidad de ser públicos y estas personas largamente-publicas ¿piensan que nosotros tenemos miedo de lo que tenemos? Que condescendiente que es eso de su parte.

Lo que todos dicen sobre Google+ Círculos es que vence a Facebook en lo que respecta a privacidad porque nos da control desde el principio sobre con quien compartimos nuestras cosas. Eso es cierto: cada vez que comparto algo decido sobre si lo comparto públicamente o con alguno de mis círculos. Eso es mejor, más claro y más fácil que escarbar en la configuración de Facebook. Es mejor no molestarse en cambiar esas configuraciones y depender de los valores por defecto de Facebook, sólo para descubrir que cambiaron y que se convirtieron en más públicas. Google+ aprendió de Facebook desde el principio y comenzó con Círculos para habilitar esta diferencia.

La excepción que observé por mi propio comportamiento con Google+ en estas 36 horas, es que cuando comparto menos con todos no es por privacidad o necesidad de seguridad. Es por relevancia. Quizás tengo algo para decirles a mis colegas de TWiT o mis amigos journowonks que aburra a todos el resto que me sigue. Entonces, yo restrinjo mi audiencia no para tener un secreto sino para reducir el ruido para ellos, lo cual no puedo hacer en Twitter o no puedo hacerlo fácilmente en Facebook. Sigo compartiendo; es compartir mejor.

El periodista habló sobre Zuckerberg y Google queriendo que nosotros compartamos – y lo hacen porque, como dije, dependen de que generemos más señales sobre nuestros intereses, necesidades y deseos, así pueden darnos de esa manera contenido, servicios y publicidades más valiosas y relevantes. Pero en la forma que lo dijo el periodista lo escuché implicando que Zuckerberg y Page nos sacaban cosas como si fuéramos tubos de pasta dental, contra nuestra voluntad.

No tiene sentido. Como dije en Partes Públicas, 600 millones de personas no pueden equivocarse. Compartimos billones de cosas al día solamente en Facebook porque nosotros queremos, porque le encontramos un valor en eso. Ahí es donde debería comenzar la discusión, con el poder de lo público, no con la suposición de privacidad.

Las suposiciones de los gobiernos

Ayer me encantó ver a un senador – Pat Toomey de Pennsylvania – advirtiéndoles a sus colegas sobre «no romper internet».

Algunos están tan apurados en regular la red y proteger lo que ellos y los medios piensan que es nuestra prioridad más alta – la privacidad – que amenazan a la forma en que funcionan y se sustentan los sitios web y los servicios.

Jay Rockefeller impulsa el no-rastreo. John Kerry y John McCain tienen un acta de privacidad. Al Franken tiene un acta para limitar la acción de compartir datos de ubicación con terceras partes (esas «terceras partes» se están convirtiendo en el cuco de la era digital, aunque a menudo son compañías que sirven anuncios, proveen servicios web tales como estadísticas, y nos venden cosas).

No estoy sugiriendo que toda esa legislación sea mala. Necesitamos protección para nuestra privacidad. Los sitios nos deben dar un control más grande y más claro sobre que compartimos y con quien (como parece que hizo Google con Círculos). Los teléfonos no deberían guardar sin que sepamos información sobre lo que hacemos y sin darnos control sobre eso. Estipulado.

Pero temo consecuencias no planeadas. El no-rastreo de Rockefeller le podría sacar los anuncios a los sitios web, forzándolos a que tengan que cobrar por el acceso – si pueden – y matando otros sitios, reduciendo el contenido en la web. El acta de ubicación de Franken, me enteré esta semana, no permite enviar datos a servidores de avisos (son llamados «terceras partes»), lo cual podría afectar a la industria de contenidos locales móviles incluso antes de que comience.

Los políticos y los medios llegan a estas preguntas desde la línea de partida equivocada: como si nos metiéramos a internet para tomar un pedazo de información privada y guardarla como ardillas. No es lo que hacemos. Nosotros compartimos.

: MAS: En Twitter, @hasanahmad se queja de que cuando comparte una foto con un círculo, los miembros de ese círculo pueden compartirlo y entonces se convierte en más público.

Si, absolutamente. Así funciona la vida. Vos le contas algo a un amigo. Entonces, como digo en Partes Públicas, la responsabilidad de que hacer con eso recae en ese amigo; lo que dijiste es público hasta ese punto y si se convierte en más público es una decisión que tomará tu amigo. Puede que en determinado momento sea bueno compartir; puede que no. Necesitarías establecer esas condiciones con ese amigo antes de empezar a compartir. Y si no querés que tu amigo lo comparta, quizás vos no deberías compartirlo. El problema acá no es tecnológico. Es la gente. No hay cambios ahí.

Entonces le pregunté a mi interrogador en Twitter que proponía hacer con esto: ¿Poner condiciones de licencia en la foto que compartimos? ¿Hacerle juicio a un amigo?

Ahi es donde Eric Schmidt tiene razón. Lo voy a parafrasear: si querés esconder algo, el peor lugar para hacerlo es en una red social. Ahí es donde compartis. Tu cerebro es donde guardás los secretos.

Fuente: BuzzMachine.

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